Diez+siete.

Hoy debería ser un día como otro cualquiera: vale, sé que no es así.
Está mal que sea así, que después de todo: de que sonreír me haga más grande en este mundo que tan mal me queda, se desliza por mi cuerpo: sí, sigue siendo todavía demasiado ancho para un cuerpo tan menudito.
Me basto, sí, me basto hasta que recuerdo lo que me prometí cambiar de lugar en mi vida y dejarlo en la parte de atrás al fondo, muy al fondo donde ni se perciba, y que no me haga daño, para que únicamente consiga soplarme muy, muy bajito que sigue ahí, que no se ha ido y que me quiere, en el fondo: forma parte de mí y siente hacerme daño.
Buenos ratos Recuerdos, pero es hora de que vuestro dolor incontrolable cambie de aire y que no me abrace más, que ya he tenido suficiente, creo que me ha quedado muy clara la historia, aunque haya tropezado dos veces ya con la misma piedra, algo natural en el ser humano, pero no puedo prometerme a mí misma que no lo volveré a hacer, soy fuerte, soy luchadora, pero no contra lo que me colapsa solo con un atisbo de su presencia. Lo mantengo tan alto, tanto.. , que ni de un pedestal se tratase, me parece exagerado es más, lo es. Porque no merece alimentar un daño que ya una vez controlado, se volvió a descontrolar, perdiendo las riendas del fuego que desató en mis venas y que amainó de repente, pero eso: como el ojo del huracán, que luego azota todo más fuertes y nocivos que, ¿qué puedo decir?: sirven para no ver más que el color negro encapotando el arco-iris.
Qué triste que todo esté tan cerca pero para tu alcance muy, muy lejos, que ni lo alcanzas a ver; menuda frustración. Pero tengo que callarme, eso es lo que más me molesta, no me puedo rebajar tanto, tengo que reír un poquito más, tengo demasiadas cosas pendientes.. , que en realidad prefiero no solucionar; perjudica más.