viernes, 13 de agosto de 2010

Ando buscando los 4 segundos que ya no me quedan.

Si quieres esta noche una terraza para pasárte las horas en vela contemplando la multitud de estrellas, tienes mis brazos como lugar; que observamos como alelados tan juntos en medio metro cuadrado. ¿Y ellas? las estrellas de nuestra noche, la que nos miran de cuclillas cómo cuando me abrazas y todo lo demás da vueltas y comienza a desaparecer poquito a poco llevándose mi razón consigo...
Eh, oye tú, escucha esta noche el sonido del silencio que nos rodea es la mejor melodía jamás compuesta, y desde el suelo sonriente enredarme en tu boca un laberinto del que salir no sé.
Blanca es, le gustaba llamarme así y yo no se lo reprochaba, es más me hacía sentir mucho más especial, completamente distinta: mejor, a su lado.
Única cuando me abraza por detrás; única cuando me da un beso en la frente; única cuando me peina el flequillo que tanto adora; única cuando me enseña sus dientes en forma de sonrisa; única cuando se acerca a mí y me roza la mejilla con sus labios y me pone nerviosa: él lo sabe; única, única, única como el mar hace sentirse a las olas...

"Y hace tiempo que no creo, que no creo en nada. No me traigo cosas dulces a la cama, que no soy yo, que yo soy tú y tú no..., no me quieres ver ni en broma, en broma te digo quiéreme. Como una apisonadora arrasas con todo lo que ves."

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